Estrechar la mano de otra persona es un tranquilizante natural, sobre todo si se trata de la mano de nuestra pareja. Ésta es la conclusión de un estudio realizado por el departamento de Psicología y Neurociencia de la Universidad de Virginia (EEUU) publicado en la prestigiosa revista Psychological Science.
Estrechar la mano de otra persona relaja las partes del cerebro responsables de preparar el cuerpo para la acción. Pero mientras cualquier mano calma la reacción corporal frente al estrés - la agitación, la respiración acelerada...- sóla la de nuestra pareja apacigua también la región del cerebro que controla las emociones. Parece ser que, con el contacto de la mano, el cerebro capta automáticamente que disponemos de la ayuda de alguien cercano. Si la mano es de alguién amado, el efecto es mayor.
Hace 3 años
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