El sorprendente hallazgo de la tumba del faraón niño, el más enigmático de todos los faraones de Egipto, en 1922 por Howard Carter supuso el descubrimiento más fructífero e importante de la arqueología moderna. El tema ha dado argumentos para todos los gustos tales como historias de maldiciones y muertes misteriosas de los que entraron en la tumba.
Thomas Hoving en su obra duda de que Carter no se llevase piezas importantes de la tumba real. Y trata de demostrarlo. Después de estudiar las cartas que componían la correspondencia entre Carter y el mecenas que financió la expedición. Hoving descubrió una historia alucinante, uno de los secretos mayor guardados en la historia de la Egiptología.
A lo largo de una bien tramada historia, Hoving expone cómo la misma noche del descubrimiento, Carter y su equipo, en vez de regresar al campamento como afirmó en su día, volvieron a hurtadillas a la tumba, entraron en ella y alcanzaron incluso la cámara funeraria en donde descansaban los restos del faraón. Según sus conclusiones, Hoving cree que se produjo un reparto secreto de algunas de las piezas y que veintisiete de esas piezas se encuentran en el propio Metropolitan Museum de Nueva York.
Todos estos ingredientes hacen de esta obra una mezcla entre la historia de una época, la biografía de unos personajes que la redescubrieron y la posterior interpretación de aquellos hechos a la luz de diversas pruebas. Es un libro-denuncia narrado con estilo de novela.
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